Porque la carne se esparce como el llanto sobre la merma el cáliz de sal que atraganta las yemas podridas del ser. Miles de millas no alcanzan, si el turno se escapa al sueño yo juro dormir por siempre dejando el saber al final. La plaza del tiempo no aguarda, si llegamos con fecha. nos aguarda en sequía, el moribundo olvido. J.M.

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